Este año te muestras distinto.
No es una cuaresma común,
en verdad es bastante atÃpica.
Nos has quitado la posibilidad de ir a besar tus pies al templo.
Nos has limitado el encuentro con tu cuerpo y sangre.
¿Es que acaso te has cansado de cada año madrugarnos con el Domingo de Ramos?
¿Te has hartado de ver como rompÃamos con nuestros propósitos cada marzo?
¿Te han saturado tantos versos musitados mecánicamente en la oración?
Te hemos fallado, Padre.
Se ha averiado nuestra brújula y ha dejado de indicar el Norte.
Perdidos, hemos estado vagando, décadas y siglos, intentando hallarte.
Pero confundidos nos introducÃamos en callejones en donde lo único que abundaba era la sensación de encierro y el aroma nauseabundo de lo poco valioso, de lo que se desecha.
Y no te tembló el pulso...
Levantaste tu mano izquierda, y como a Saulo nos arrojaste del caballo, para que, tal cual la Magdalena, derramemos nuestro mejor perfume en TÃ.
Es tan grande tu Misericordia,
que no quieres que nos perdamos otro año más de TÃ.
Permites tamaña tragedia, con dolor y compasión,
para que volvamos la vista a Tà y asà curar nuestra ceguera.
RocÃo MarÃa Fraga
Directora Nuevas Fundaciones
2020